Resumen
Etimológicamente, in-fante significa el que no habla. Este hecho, entre otros, ha permitido cuestionar dicotomías fundamentales que, en el pensamiento occidental, han resultado apropiadas para la gestión de la biopolítica contemporánea: cuerpo/alma, naturaleza/cultura, razón/emociones, dentro de las cuales suelen colocarse no solamente hombre/mujer sino también niño/adulto. En este trabajo propongo distinguir niñez de in_fancia y comprender esta última como forma de ser del ser humano, no circunscrita a ninguna temporalidad; por el contrario, la infancia es siempre latencia, inagotable potencia de poder ser y de no ser. Dado que la preocupación por la pérdida de la potencia y la aperturidad está presente en el pensamiento filosófico, aquí veremos los distintos enfoques de Nietzsche y de Heidegger, quienes atribuyen a la convivencia, a la coexistencia, una pérdida del sentido del ser y asimismo atribuyen al estado emocional una gran importancia en el proceso del recuerdo, del cuidado de sí y de la propia singularidad.