Resumen
Como efecto de la centralidad del problema mente-cuerpo en la historia del pensamiento occidental, el cuerpo ha ocupado un lugar de extrañeza como parte de lo que, recortado de lo distintivamente humano (la razón, el entendimiento, el alma, el cogito), nada tiene que ver con nuestra subjetividad. No obstante, no ha sido lo suficientemente advertido que el supuesto epistémico/ontológico de base de dicha dicotomía ha sido el de la escisión: esto es, el de vernos a nosotros mismos como escindidos del entorno (natural, social, histórico, cultural), del propio cuerpo y de los otros. La intención del presente artículo es mostrar el modo en que las filosofías de Ludwig Wittgenstein y Merleau Ponty lograron subvertir los efectos que dicho problema ocasionó sobre los modos de comprender nuestra
subjetividad y entorno, volviendo a anclar la experiencia y acción humanas al mundo compartido, pre reflexivo, y al propio cuerpo.